Agnes

La primera vez que te vi
iba a decirte: tengo la boca
muy dormida porque acabo de comerme un McFlurry. Hoy te
he vuelto a ver en la línea 2 y he decidido que lo primero en decirte fuese aquello.


Llegué a casa y escribí esto creyendo que podía ser el inicio de la novela. Al guardarlo lo titulé La, pero no sé qué toqué y el Text Edit lo duplicó como La copia.

Estaba fotocopiando unos monocromos blancos. Creo recordar que buscaba una imagen que supusiera esfuerzo cero a la fotocopiadora. Que el folio en blanco en la bandeja de salida fuese la imagen que venía buscando, exactamente, no un error del cacharro ni falta de tinta.
Un folio vacío como imagen exacta. Rigor tranqui. Así descubrí que las tres fotocopiadoras de la Sackler Library tienen el mismo defecto y dibujan rayas al imprimir.

La Sackler pertenece a la Universidad de Oxford, y contiene un vasto catálogo sobre Historia del Arte y Arqueología. Es como un manglar eruptante de memoria. El papel del S.XVII parece deshacerse como un ala de polilla entre los dedos; así vuelven los relatos. Las imágenes amarillas y gastadas son como los ojos de Lázaro resucitado. No sé de qué otra cosa podía ir la novela.
También tiene todos los libros nuevos del mundo. Hierve, suena y huele. El friso de la entrada replica el del templo de Apolo Epicuro en Figalia.
leo: mock-Classical frieze

Segunda oportunidad: vivir en la variación de sí mismo que es el resucitado. Los monocromos parecían los cuadros rayados de Agnes Martin.