8.000 años después, de Nyamnyam








Dice Carola que es como un mapa de ríos

¿Qué había aquí abajo hace 8.000 años?





Lo que parece claro es que había agua, mucha agua, terminó por responder.
Juan Luis Gomá es arqueólogo y fundador de PLAYdramaturgia. Yo hacía mucho que no le veía y cuando decidimos consultar a un experto vi la excusa perfecta para llamarle.

8.000 años después es un site-specific de Nyamnyam que trabaja con objetos encontrados en los almacenes de los lugares que visita, y entrelaza lecturas que traen con las historias que cuenta alguien del lugar. Madrid, Cibeles, Palacio de Correos.

Dice Juanlu que la palabra pomodoro da cuenta de que los tomates eran amarillos cuando llegaron a Europa, y que por eso en Italia aún los llaman así, manzanas de oro. Aquí aún los llamamos como los mexicas, tomal que es gordura más atl que es agua, tomate es así agua gorda, y aquí abunda subterránea como el oro de Cibeles.
Madrid del Magreb mayra: canal de agua subterránea + it: sufijo romance que indica abundancia: muchos canales de agua, Mayrit, visigoda Matrice o matriz, cauce de agua que bajaba por C/Segovia.
Desde Cibeles bajaba otro por lo menos hasta Atocha.
Bajando por su cauce un paso a la izquierda, el Prado. Nada más entrar a la derecha un Guido Reni. Se ve a Atalanta, la más rápida, recoger la tercera manzana de oro que Hipómenes le tira, motivo por el que se retrasa en la carrera, pierde la apuesta y les casan.
Afrodita había proporcionado tres manzanas de oro a Hipómenes para ayudarle a ganar, pues perder contra Atalanta le habría costado la muerte. Afrodita se ofende por la ingratitud del joven tras la victoria y les conduce en arrebato de pasión al templo de Cibeles, en cuyo cobijo se aman obviando que ocupan la casa de la más casta de las diosas. Cibeles enfurece al ver la escena y les convierte en los leones que tirarán eternamente de su carro sin volverse a mirar jamás, “pues la muerte habría sido una pena muy leve”, que dice Ovidio.

Ahora ahí abajo siguen pasando arroyos. El agua de uno de ellos se encauza hasta un aljibe conectado a la cámara donde descansa el oro español. En caso de robo las compuertas se abren, el agua entra e inunda. Quien entró se ahoga en minutos ante el oro incorruptible.

Unos metros por encima, en la tercera planta, 8.000 años. Hablo e intercalo relatos con otros, con un libro que habla del subsuelo, otro de los mapas cantados en el walkabout, otro de la invención de la sopa de cangrejo (cuando unas piedras rodaron desde una hoguera hasta un charco y el agua hirvió con ellos dentro).

Iñaki y Ariadna ponen mientras en equilibrio una colección de objetos hallados en el edificio, y detrás van pasando palabras con acepciones que las definen y desbordan. Botella, cono, madera. No está txalaparta: instrumento de percusión tradicional del País Vasco. Han abierto puntuales tocando la txalaparta. Terminaremos tarde probando una receta que acaban de traer de Colombia, chicha de maíz y manzana fermentada aquí durante los días de montaje. Está dulce y picante de gas, canela y manzana. Si hubiera que decir de qué color era, era ocre.

“Queríamos durar tanto como el oro”, me dice en la víspera Juanlu, “que decían los mexicas”.

Se acaba la chicha, hablamos de otras cosas, empezamos a irnos y Juanlu el tío no termina de llegar.

2018_8.000 años después, CentroCentro, dentro del programa Saliva, un comisariado de Ainhoa Hernández Escudero y Andrea Rodrigo.