Tres solos





He pasado por tu casa veinte veces
siempre voy al Amador por si apareces

pero nunca vas
pero nunca, nunca vas
.

Los Planetas



Cuando llegué a Granada lo que menos me apetecía era quedarme en casa dibujando, esa es la verdad, lo que pasa es que tenía la exposición en unos meses, con aquellos dibujos a medio hacer que llevaban tantas horas, dibujé lo necesario, acabé la expo, se llamó Catalizar y después pasé cerca de un mes sin sentarme con los bolis, me bajaba y dejaba a los dibujos dibujándose, solos, el grifo al mínimo y en el filtro unas pastillas de colores, tinta china congelada y movida por el viento en la azotea, igual venía de antes la sensación de que el dibujo se hace solo, que uno está ahí delante para que suceda y poco más y que lo que venga a pasar, llamémosle dibujo, sea más que nada lo que venga a querer el dibujo en sí, y ahí me planteaba si uno necesitaba, o si el hecho en sí necesitaba, que uno tan si quiera estuviera ahí.
[…]
Un mediodía, en el comedor universitario, le comentaba a Isa el fracaso
del reloj. Soldé una mina al segundero porque pensé que trazaría un
polígono de 60 caras. Pero no, lógicamente el reloj es un compás. Le dije a bote pronto que era una pena que no se pueda manipular el tiempo y súbitamente el tío que tenía al lado, concentrado en sus lentejas, dijo: ¡a no ser que sobrepases la velocidad de la luz!