Comida, de Nyamnyam




¿Hay algún teatro que pueda llevar este nombre con la deshonra que merece donde no se termine comiendo y bebiendo como un modo de solucionar el mundo?

Óscar Cornago







El año aquel que programamos Pradillo, hacia el final, invitamos a Nyamnyam a hacer lo que quisieran e hicieron Comida: un site-specific que manosea la memoria de los lugares que visita, una especie de comida que digiere al cuerpo que la consume y no al revés. En el caso de Pradillo, 40 libros se relacionaban con 40 obras que pasaron alguna vez por la sala, y alrededor de esa colisión había otras cosas como una nevera, un porrón, videos y audios más o menos secretos y hasta un cacharro que logra isotemperar 60 huevos a la vez.
Yo me reservé aquella semana para poder estar enteramente con ellxs y sigo pensando que ese sería un trabajo perfecto si hubiera podido cobrar por él, si hubiéramos podido vivir de la fuerza volcada en aquel teatro, que era, también hay que decirlo, más familia que edificio. En cualquier caso, trabajamos bonito, hicieron Comida y vino mucha gente y nos pilló algún día la casa sin barrer, también eso cupo. Fue una de esas piezas que no sabe unx cuándo acaban ni si comenzaron efectivamente al subir la persiana del teatro o cuánto antes. 

Óscar Cornago escribe AQUÍ sobre ese día, noche o par de décadas.


Hay una foto de Jorge que me gusta mucho, están Javi y Mar, están mi madre y Emilia y nos dan la espalda tanto Ariadna como uno de los espectadores que venía siempre y siempre se iba rápido tas la cosa. Yo miro a Mar y sostengo a Juls. Él, con el ajetreo, había dormido poco y yo, por lo que sea, nada. Fui también canguro en la caja negra y aunque Ariadna e Iñaki no me creen estoy seguro de que Juls comenzó a caminar ahí, en esa tarima negra como la caja, en tablas que por tramos no llegan a la pared y en cuyo hueco escondimos, su hermana Gal·la y yo, seguro que sigue allí, una castaña. 


Tiempo después, Nyamnyam fueron invitadxs a trabajar tres días en Matadero, durante el Encuentro Cultura y Ciudadanía y me invitaron a su vez y volvimos a encontrarnos, de nuevo alrededor de sus lecturas y también en algunas de las mías e hicimos cosas como
mojar una piedra para que al meterla dentro pareciera que llovía,
distribuir teléfonos que respondían con fragmentos de La historia de la mierda,
girar 45º todas las sillas de un auditorio,
colar textos y palabras en otros textos y pancartas,
mezclar comida china y dominicana justo en la frontera de un barrio chino y un barrio dominicano,
pequeñas performances con equilibrios y coros,
masajes, amigxs, expediciones, breves sectas, comensales, agua de jamaica y comida.
También entonces a lxs Nyamnyam les invitaron a hacer lo que quisieran, y ellxs a su vez a mí a hacer lo que quisiera.
A veces pienso que todo esto solo sirve para detectar el qué queremos hacer, hacer con quiénes, hacerlo.